martes, 5 de abril de 2011

La Resilencia

 La Resilencia , se refiere , originalmente en ingeniería, a la capacidad
de un material para adquirir su forma inicial después de someterse a una
presión que lo deforma. Tras un impacto  previsible por alguna circunstancia natural adversa, un material recupera su condición y sigue funcionando. Eso es lo que sucede con la caña de bambú.
Para conseguir una buena Resilencia es necesario prever las circunstancias adversas que pueden actuar sobre la cosa. Trasladando el concepto a las personas, al hablar de resiliencia humana se afirma que es la capacidad de un individuo o de un sistema social de vivir bien y desarrollarse positivamente, a pesar de las difíciles condiciones de vida y más aún, de salir fortalecidos y ser transformados por ellas y tras un impacto de fuerte conmoción traumática.
La Resilencia quiere potenciar desde la más tierna infancia, en los seres adultos y en los grupos humanos la capacidad de respuesta ,saber afrontar situaciones de crisis ante la destrucción , la presión, lo súbito, lo inesperado y  encontrar el camino de la superación del dolor y la muerte,  como situaciones límites ante las cuales se debe encontrar una manera de superación. Esta capacidad forma parte de la historia personal de la mayoría de las personas, que han sobrevivido a la adversidad utilizando la intuición y un saber improvisado, entiendo que la Resilencia, pretende educar desde la infancia para dar las herramientas adecuadas para afrontar la adversidad, fomentando en el futuro adulto la capacidad de construir o reconstruir su propia vida a pesar de las circunstancias difíciles. Ya he dicho que este principio me viene como anillo al dedo,  por mi deriva hacia lo  oriental. El budismo requiere como primer requisito el reconocimiento del dolor como algo consustancial al ser humano, también reconoce que ese dolor obedece a una causa y que puede cesar porque hay un camino para conseguirlo. Es decir que , como predicaba el filósofo, mal llamado pesimista, Schopenhauer hay que reconocer que tras el reconocimiento "pesimista" de todo lo que nos afecta se augura un camino de acceso a un bienestar seguro.

Por último creo que como se suele decir, en el "argot" popular, y confirma la sabiduría taoista: los conflictos son la base del desarrollo, cuando aparece esta dialéctica se  está anunciando crecimiento, transformación y entonces el dolor se convierte en una buena oportunidad  para el crecimiento y la imperturbabilidad.

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