La práctica de la meditación Zen no está en contradicción con nuestra vida diaria y sobre todo no es una evasión ante las dificultades que el vivir diario nos presenta. Gracias a la práctica asidua del Zen, podemos encontrar la lucidez, la calma y las energías necesarias para resolver con soltura y eficacia las situaciones cotidianas.
A través del abandono del egoísmo, los deseos, las ambiciones, podemos sumergirnos sin miedo en nuestra existencia y evolucionar sin problemas. Los mejores momentos para sentarse en Zazen ( Meditación ) son el amanecer y el anochecer.
Estos momentos de trasformación de la naturaleza y de nuestros propios ritmos biológicos favorecen la concentración y nos preparan para purificar nuestra conciencia y nuestro cuerpo de todas las impresiones sensoriales nocivas que hemos acumulado durante el día por otra. Las personas que continúan diariamente esta práctica son testimonios de la profunda renovación que han experimentado en sus vidas.
Un aspecto a tener en cuenta es la educación en el Zen, ya que esta precisa de mucho rigor, constancia y disciplina para de esta forma lograr los beneficios de él esperados. Con relación a esto la enseñanza del Zen se dirige sobre todo al sistema nervioso frontal, fortaleciendo así el espíritu y el cuerpo, lo psíquico y lo orgánico, dicho de otra manera, al ser en su totalidad.
Practicando el Zazen influenciamos fuertemente en nuestro hipotálamo y nuestro tálamo, tranquilizándose el cerebro pre-frontal y el cerebro frontal.
Otro aspecto a tener en cuenta para la enseñanza del Zen es la figura de un maestro, pues la presencia de este es necesaria no solamente para controlar la postura y para enseñar la pacificación del espíritu sino para guiar a cada uno. Esta es la razón por la cual el Zazen debe ser practicado en la atmósfera apacible de una sala de meditación. De esta manera el practicante se beneficia, no solamente de la dirección del maestro, sino de la presencia de los demás participantes. El esfuerzo de cada uno se multiplica en un vasto esfuerzo colectivo, que sostiene, alienta y apacigua.