viernes, 11 de noviembre de 2011

EL CONOCIMIENTO COMO REDUCTOR DE LA ANSIEDAD Y FACTOR DE CRECIMIENTO

Hasta ahora he estado hablando de la necesidad de conocer por sí misma, por el placer puro y la primitiva satisfacción del conocimiento y la comprensión per se. Hace a la persona más sabia, rica, fuerte, más evolucionada, más madura. Representa la realización de una potencialidad humana, el cumplimento de este destino humano prefigurado por las posibilidades humanas. Podemos compararlo al florecimiento sin obstáculos de una flor o al canto de los pájaros. Así es como un manzano produce manzanas, sin esfuerzo, sin trabajo, simplemente como expresión de su propia naturaleza interior.
Pero sabemos también que la curiosidad y la exploración son necesidades “más elevadas” que la seguridad; es decir que la necesidad de sentirse seguro, sin ansiedad ni temores es más fuerte y dominante que la curiosidad. Podemos observarlo abiertamente tanto en los monos como en los niños. El niño pequeño, si se le sumerge en un ambiente extraño, se aferrará característicamente a su madre y, sólo después, se aventurará poco a poco fuera de su regazo para ir investigando las cosas, explorando e investigando. Si la madre desaparece y el pequeño se asusta, también desaparece la curiosidad hasta el momento en que se restablece la seguridad. Tan sólo explora desde puerto seguro. (…)
El ser humano adulto es mucho más complejo y simulado por lo que hace a sus ansiedades y temores. Si no consiguen doblegarle del todo, tiene muchas posibilidades de reprimirlas, de negar incluso ante sus propios ojos que existen. Con frecuencia ni siquiera “sabe” que está asustado.
Hay muchas maneras de hacer frente a estas ansiedades y temores y algunas de ellas son de tipo cognoscitivo. Para tales personas lo desconocido, lo percibido con vaguedad, lo misterioso, lo oculto, lo inesperado son posibilidades de amenaza. Un modo de familializarse con todo ello, de volverlo previsible, dirigible, y controlable, es decir, de volverle inofensivo e incapaz de asustar, consiste en conocerlo y comprenderlo bien. Tal conocimiento no sólo reporta una función de avance en el desarrollo, sino también una función de reducción de la ansiedad, una función homeostática protectora. El comportamiento franco puede ser muy similar a éste, pero sus motivaciones quizás sean diferentes en grado sumo, lo mismo que sus consecuencias subjetivas.
Ya que cuando se actúa desde el desarrollo y no desde la seguridad o el miedo uno se siente más realizado, brillante, mas fuerte, maduro, capaz, triunfante, más perceptivo.
Esta dialéctica motivacional puede observarse a través de las grandes realizaciones humanas, la grandes filosofías, las esctructuras religiosas, los sistemas políticos y legales, las diversas ciencias y hasta la cultura considera como un todo global. Si lo formulamos sencillamente, quizás con simplicidad excesiva, diríamos que representa –en proporciones diversas – la consecuencia de las necesidades de comprender y sentirse seguro. Algunas veces, las necesidades de seguridad pueden ligar las necesidades de conocimiento a sus propios fines de reducción de la ansiedad, de un modo casi totalmente absorvente. La persona libre de ansiedades puede ser más osada y más valiente; puede investigar y teorizar per se. Es razonable suponer que esto último se acerca mucho más a la realidad de los hechos. Una filosofía, religión o ciencia de la seguridad, tienen muchas más probabilidades de resultar ciegas que una filosofía, religión o ciencia del desarrollo.
Extracto de un capítulo del libro de Abraham Maslow "El hombre autorrealizado"

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