domingo, 16 de octubre de 2011

Consumidores: la irresistible perversión de la necesidad

¿Ha hecho muchas compras para estas Navidades? Piense en esto: las grandes tiendas de negocios se las ingenian sin cesar para poner al consumidor en una situación psicológicamente debilitada. Los expertos en marketing elaboraron un sistema de presiones inconscientes basado en la iluminación, los olores, la música, el tacto, dirigido a transformar el acto de compra en una pulsión incontrolable. Todas ellas violan la mente para injertarle una lista "ideal" de reflejos condicionados, de manera de fabricar un consumidor inconsciente. ¡Desde ahora el placer sólo puede pasar por el consumo!

 La elección de la música ambiental de los supermercados no es para nada casual. Allí lo importante es el" tempo". Una música lenta, con tendencia a la nostalgia, aminora la marcha de los clientes. Y cuanto más tiempo pasan en el negocio, más consumen. Al contrario, en los fast-food, donde se desea acelerar la atención al público, se opta por música mucho más rítmica. Es una cuestión de rentabilidad… "El sonido es un poderoso estimulante de compra" confirma Thierry Lageat, responsable de marketing del grupo Brime Technologies. En esa sociedad de investigaciones en marketing sensorial, cada producto presentado por los industriales es probado antes de ser lanzado al mercado por expertos llamados "orejas de oro". Su función: comparar el sonido de los nuevos productos con los sonidos sintéticos que transmiten una imagen positiva.
"Tratamos de desarrollar normas para definir en qué consiste un sonido agradable y cargado de sentido. Por ejemplo, un sonido seco es símbolo de seguridad, y se lo preferirá para acompañar el cierre de un frasco de gel para ducha o de una puerta de auto. Otras sonoridades inscribirán en la mente del consumidor la idea de dinamismo, de frescura o de lujo". Escuchando de manera repetitiva esos sonidos especialmente creados, poco a poco el oído se va condicionando inconscientemente a prestarles más atención. En una pieza vecina, Christel, ingeniera en marketing sensorial, hace pruebas sobre cereales. Apertura de un sachet, vertido de leche, masticación. "Se trata de optimizar los sonidos que generarán el apetito a esos diferentes niveles", indica. "Desde la apertura del sachet, se trabaja todo lo relativo al sonido para despertar los sentidos. Si no se obtiene un buen sonido crujiente, se vuelve a calcular la forma de los cereales". Con la ayuda de un programa informático que integra la forma y los materiales del producto probado, esos científicos de la venta pueden conocer las modificaciones que deben introducirles para obtener la sonoridad "correcta".
En la lucha contra la competencia nada queda sin explorar, ni ninguna debilidad del consumidor sin explotar. Esa empresa trabaja también con el tacto. Estudia el agarre, la dureza, la adherencia de un producto, para definir así su cédula de identidad sensorial. Tanto con los teléfonos celulares como con las cortinas de los probadores de ropa. Para los industriales, en el caso de productos que están al alcance de la mano, como ocurre en los supermercados, el tacto es un medio extra para la persuasión de compra.

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