El sufrimiento al que se refieren los Buda no se limita a las sensaciones dolorosas, ya sean corporales, mentales o emocionales. Se refiere más bien, en un sentido amplio, a la insatisfacción continua en la que vivimos los seres humanos, a la ausencia de tranquilidad interior, de paz interior, de serenidad, de libertad profunda. La agitada actividad de nuestra mente nos produce sufrimiento, la pobreza nos produce sufrimiento, la riqueza también. Incluso la felicidad produce sufrimiento porque cuando somos felices tenemos miedo a dejar de serlo, nos apegamos a la felicidad. Y esto es sufrimiento. Vamos allí y vemos sufrimiento, vamos allá y vemos sufrimiento. Nos quedamos aquí y vemos sufrimiento.
Este sufrimiento profundo, existencial, no puede ser resuelto ni acallado ya con pequeños remedios, ni con narcóticos, sino únicamente mediante una práctica espiritual profunda y exacta que nos permita acceder a la otra orilla del río de la vida: la visión clara de la auténtica naturaleza original de nuestra existencia.
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