martes, 24 de enero de 2012

LÍMITE A LAS PRIVATIZACIONES Por Ugo Mattei*

¿Cómo proteger la propiedad colectiva en un momento en que los gobiernos se deshacen de los servicios públicos y dilapidan los recursos naturales que heredaron, por ejemplo para “equilibrar” su presupuesto? La noción de “bienes comunes” propone superar la antinomia entre propiedad pública y propiedad privada. 

 C uando un Estado privatiza una vía de ferrocarril, una línea de transporte aéreo o un hospital, cuando cede la distribución de agua potable o vende universidades, expropia a la comunidad de una parte de sus bienes; una expropiación simétrica a la que realiza sobre la propiedad privada cuando desea construir un camino o alguna otra obra pública. En un proceso de privatización, el gobierno vende algo que no le pertenece, sino que pertenece proporcionalmente a cada uno de los miembros de la comunidad, de la misma manera que cuando se apropia de un campo para construir una autopista, adquiere mediante la coerción una propiedad que no es suya.
Es decir que toda privatización decidida por la autoridad pública –representada por el gobierno de turno– priva a cada ciudadano de su cuota de bien común, exactamente como en el caso de una expropiación de un bien privado. Pero con una diferencia importante: la tradición constitucional liberal protege al propietario privado del Estado constructor, instituyendo la indemnización por expropiación, mientras que ninguna disposición jurídica –y menos aún constitucional– ofrece ninguna protección cuando el Estado neoliberal traslada al sector privado los bienes de la colectividad.

 Debido a la evolución actual de la relación de fuerzas entre los Estados y las grandes empresas transnacionales, esta asimetría representa un anacronismo jurídico y político. La misma irresponsabilidad constitucional autoriza a los gobiernos de turno a vender libremente el bien de todos para financiar su política económica. Nos hace olvidar que los poderes políticos deberían ponerse al servicio del pueblo soberano, y no a la inversa.
En efecto, el “sirviente” (el gobierno) debe poder disponer de los bienes de sus mandatarios (los ciudadanos) para cumplir correctamente su servicio; pero su papel es el de un administrador de confianza, no el de un propietario libre de abusar de su patrimonio.

jueves, 12 de enero de 2012

Productores de OGM reclutan "embajadores" en Europa ( cultivos transgénicos OGM )

Los gigantes de la industria agro-alimentaria y responsables de la agricultura intensiva y el incremento del monocultivo, no cesan en buscar los medios para llegar a las autoridades o personalidades que están en posición de influenciar sobre la población para cultivar los OGM's. Un documento recientemente filtrado lo demuestra así.
Los gigantes de la industria agroalimentaria, contrariados por la percepción negativa de los cultivos de los transgénicos (OGM) en Europa, están tratando de reclutar a personalidades para influir en el proceso de decisión con el fin de obtener autorizaciones del cultivo, revela un documento el que la AFP consiguió copia el viernes. El ex ministro socialista francés Claude Allègre, el ex comisario europeo británico Chris Patten, el cantante irlandés Bob Geldof, y el ex comisario europeo irlandés David Byrne (y no su homónimo cantante) "manifestaron su interés" a hacerse "embajadores" de la causa de los OGM, precisa este documento, un e-mail fechado del 5 de octubre con el jefe de EuropaBio, la asociación que representa los intereses de Monsanto, de BASF y de otros grandes grupos del sector en Europa.
El grupo Monsanto está particularmente interesado en la compañía, porque uno de sus productos, el maíz 810, espera la renovación de la autorización de cultivo despues de más de un año. Ahora, siete países - Francia, Alemania, Hungría, Grecia, Luxemburgo, Austria y Bulgaria han tomado las medidas para prohibir su cultivo en su territorio. Todo el proceso de autorización de las posturas en cultivos de OGM han sido bloqueado.

Dos cultivos transgénicos se cultivan en la UE: la papa OGM Amflora desarrollado por el grupo alemán BASF, en Alemania y Suecia, y el maíz MON 810 en España, Portugal, República Checa y Eslovaquia.

Los cultivadores pidieron quince otras autorizaciones, concerniendo la mayoría de los maíces genéticamente modificados.
Greenpeace denunció " una campaña insultante de relaciones públicas para los ciudadanos europeos ".

"Los organismos genéticamente modificados no resolverán el problema del hambre en el mundo. Este es un argumento que no tiene valor científico", dijo Marco Contiero, responsable de cuestiones ligados con la agricultura para Greenpeace".