sábado, 29 de octubre de 2011

Hablar solo no es cosa de locos

Puede ayudar a liberar tensiones y a organizar el pensamiento, afirman especialistas en salud mental

Karelia Vázquez
Diario El País

MADRID.- Conversar con uno mismo tiene muchas ventajas, según afirman especialistas en salud mental. Es un desahogo y rebaja la tensión emocional. Poner palabras a los sentimientos, con público o sin él, ayuda a sacarlos de la cabeza.

Si a alguien le pillan hablando solo, lo más normal es que se invente una excusa. Por ejemplo, "estaba pensando en voz alta". Es raro que alguna persona reconozca que mantiene encendidos diálogos con el espejo del baño o que consigue resolver importantes cuestiones después de explicarse a sí mismo en voz alta una y otra vez el asunto en cuestión.

Socialmente no está aceptado hablar solo. Todavía se asocia con algunos trastornos mentales, como la esquizofrenia, patologías en las que los enfermos oyen voces en su cabeza y entablan hipotéticos diálogos con ellas.

Pero la gente sana que habla sola está muy cuerda. Al menos eso dice el psiquiatra Luis Rojas Marcos. En su último libro, Superar la adversidad. El poder de la resiliencia (Espasa Libros, 2010), apunta que "hablar con amigos, con una planta, con un gato o con uno mismo es uno de los factores que ayudan a superar una situación de crisis".

Hablar con uno mismo en voz alta también es útil para pensar mejor y tomar decisiones. "Para mucha gente es una forma de rebajar la intensidad emocional, un desahogo. ¿Están locos? No creo, las ventajas son enormes", comenta el psiquiatra.

Equilibrio personal

En foros protegidos por el anonimato como son los grupos de fans que se crean en la red social Facebook, el grupo Hablar Solo consiguió 5999 seguidores en tiempo récord; el 70% eran mujeres.

"¿Es que los hombres no hablan solos?", se preguntaba su creador. La razón más frecuente que aducían los miembros del grupo para juntarse desbordaba sentido común: "Soy la única que me entiendo perfectamente a mí misma". La versión en inglés de este grupo, Just Because I Talk to Myself doesn´t Mean I Am Mad " (hablar solo no significa que esté loco), tenía una cantidad similar de seguidores con argumentos de la misma naturaleza.

Rojas Marcos afirma: "Es bueno antropomorfizar a los animales y a las plantas, los efectos son similares a comunicarte con un ser humano". Para el psiquiatra, la gran ventaja de hablar, solo o con público, es que "al poner palabras a los sentimientos, los sacas de tu cabeza, haces tu versión de los hechos y cuentas tu historia".

Este experto en estrés postraumático cree que es importante "teorizar" sobre lo que nos pasa. "Los sentimientos que no tienen palabras se acumulan en la memoria emocional. Por ejemplo, las imágenes y los olores de una situación de terror se quedan en la memoria emocional y sólo convirtiéndolas en palabras pasan a la memoria verbal. Lo más sano es pasar lo que se acumula de la memoria emocional a la verbal."

Hablar solo tampoco es un síntoma de soledad o de no tener amigos. Para mucha gente es una manera de organizar o aclarar las ideas. Cuanta más extravertida es la personalidad, los diálogos internos en voz alta son más frecuentes.

En opinión de la psicóloga Isabel Larraburu, las personas que exteriorizan mucho sus ideas y estados de ánimo necesitan mayor cantidad de estímulos sensoriales para conseguir el equilibrio personal.

"Si se ven forzados al aislamiento o la soledad, pueden llegar a construirse un ambiente a su medida hablando solos, con los animales o con las plantas." Todo lo contrario les pasa a los tímidos. "Un exceso de estímulos externos puede llegar a descompensarles. Están más a gusto con el silencio", explica la psicóloga.

La otra cara del diálogo sin fin con uno mismo es menos amable. "Es beneficioso hablar de cosas que han ocurrido en el presente, pero hablar compulsivamente y sin control de algo pasado no ayuda a pasar página", dice Rojas Marcos, que cuenta que a su consulta llegan pacientes con problemas de ansiedad cuyo origen está en un trauma de la infancia. Estos casos lo ponen en la disyuntiva de si es conveniente o no hablar del pasado para ayudar al paciente.

"Remover o no remover, ésa es la cuestión", ilustra el psiquiatra, y añade que hay que hablar del pasado sólo cuando es útil.

El psiquiatra Jesús de la Gándara también opina que no parar de hablar de algo pasado "aumenta la permanencia de los problemas en la conciencia, causa fatiga emocional e impide avanzar".

La cháchara compulsiva sobre un tema contribuye al fenómeno que los psiquiatras llaman mood amplification , es decir, la amplificación de los estados de ánimo negativos. Una de las terapias psicológicas más de moda en Occidente, el mindfulness , que consiste en eliminar la dispersión mental y concentrarse en disfrutar el presente, aboga por poner en práctica "el olvido voluntario".

Isabel Larraburu dice cómo hacerlo en su libro Atención plena (Temas de Hoy, 2009). Para conseguirlo conviene "dejar de recrear los malos recuerdos mediante conversaciones de modo que vayan cayendo en desuso, y no rememorar los detalles para que no se fijen en la memoria a largo plazo". Esta terapeuta opina que "hablar no es terapéutico, reivindico el silencio para utilizar las palabras de forma más sabia. Esto implica equivocarse menos, y no soltar la palabrería para esconder sentimientos u ocupar los momentos de incomodidad".

Sin embargo, la gente sigue con necesidad de contar su vida. "Probablemente se hable mucho, pero no lo suficiente de las cosas importantes", opina Rojas Marcos. En su página web ( www.luisrojasmarcos.com ), personas desconocidas le dejan testimonios "desgarradores", le piden opinión sobre "intimidades y cosas serias".

"Me sorprende que la gente tenga tanta necesidad de desahogo a través de un medio por el que sólo puedo dar consejos muy generales. Es como llamar al teléfono de la esperanza."

De niños o de adultos, todos tenemos soliloquios. Se estima que estas reflexiones en voz alta sin interlocutor suponen entre el 20 y el 60% de los comentarios que hacen los niños entre los cuatro y los diez años.

Cuando nos hacemos mayores, seguimos contándonos una receta mientras cocinamos, repetimos un número de teléfono para memorizarlo o nos animamos frente al espejo con esa conversación/discusión que tenemos que tener de una vez con el jefe.

jueves, 27 de octubre de 2011

“La importancia de estudiar el Dharma de Buda”

Solo el Dharma de buda es capaz de ser el camino a través del cual se puede abandonar el samsara. Esto es así porque aunque hay otras enseñanzas que explican que el samsara debe ser visto como sufrimiento, que saben que el apego se considera como una falta, que descartan el karma negativo, que practican las austeridades y en los cuales los adeptos reciben varios votos, etc.; estos métodos por sí solos no pueden ni siquiera dañar la raíz de samsara, de modo que estas enseñanzas no pueden revertir el samsara.
La raíz del samsara es el aferramiento al yo, y el antídoto para ello es la sabiduría que comprende su vacuidad, la existencia no inherente del yo. Esto debe entenderse como la sabiduría que solo el Buda a expuesto. Mas aún, los métodos profundos para obtener la liberación y la omnisciencia se enseñan solo por el Buda.
La tradición budista tiene como base la moralidad y pone gran énfasis en la meditación precedida por la escucha de las enseñanzas y la contemplación. El camino Mahayana se debe completar mediante cuatro características: la disciplina moral, que es la causa de no distraerse; la escucha, que es la causa de no ser ignorante; la contemplación, que es la causa de la indagación; y la meditación, que es la causa de la separación de los cuatro apegos. Escuchar, contemplar y meditar, consideradas como las tres sabidurías no suceden sin cada una depender de la anterior.
El tripitaka, que se confirma como las palabras verdaderas de Buda, y los shastras o comentarios compuestos por el Acharya Nagarjuna, Asangha, Vasubandhu, Shantideva y Chandrakirti, siguiendo la intención de Buda, forman las doctrinas de Buda. Sabiendo que la doctrina de Buda es muy difícil de encontrar, que tiene un gran propósito, y que no va a durar mucho, es apropiado, para todos los que tienen devoción, escuchar y practicar.
Con estas enseñanzas mi deseo es decirle a los seres que si prestan atención al Dharma, ganarán comprensión, y como resultado disfrutarán al hacer la práctica, y así todos sus propósitos se cumplirán.
Después de la comprensión: Cual es la causa para obtener la budeidad? Cual es el camino que facilita la iluminación?; cuales son las características de la budeidad resultante?; cuales son las materias que los principiantes deberían practicar?; y cuales son los darmas indispensables y como se deben practicar?; entonces uno debe practicar tanto como pueda.
Cualquiera que sea el estudio, cuando te acostumbras a él, cada vez se hace más fácil y produce más placer en nuestra mente. No solo produce más placer sino que también nos ayuda a cumplir cualquier tarea con facilidad. Habiendo escuchado el dharma, uno entiende lo que necesita ser entendido, y se abandona lo que tiene que abandonarse, y se cultiva lo que se tiene que cultivar; de modo que es cierto que uno obtiene lo que se necesita obtener.
por Khenpo Appey Rinpoche
                                                                                   

lunes, 24 de octubre de 2011

¿LA CIENCIA ES UNIVERSAL?

por  Jean-Marc Lévy-Leblond
“Dado que la ciencia es uno de los reales elementos de la Humanidad, es independiente de cualquier forma social, y eterna como la naturaleza humana”, escribía en 1848 Ernest Renan en L’Avenir de la science [El porvenir de la ciencia]. A pesar de que a fines del siglo XX el cientificismo del siglo XIX había perdido mucho terreno, sus preconceptos están lejos de haber desaparecido.
En la actualidad, la universalidad de la ciencia sigue siendo una convicción ampliamente compartida. En un mundo donde sistemas sociales, valores espirituales, formas estéticas pasan por incesantes cambios, sería tranquilizador que al menos la ciencia ofreciera un punto de referencia fijo dentro del relativismo ambiente. Tal vez incluso el único “elemento real”, para retomar la expresión de Renan. De hecho, un siglo más tarde el físico Frédéric Joliot-Curie pudo escribir con buena conciencia progresista: “El puro conocimiento científico tiene que aportar paz a nuestro espíritu, desechando supersticiones, terrores invisibles y dándonos también una conciencia más clara de nuestra situación en el universo. Y quizás sea una de sus principales razones: es el elemento fundamental -tal vez el único elemento- de una unidad de pensamiento entre los hombres dispersos por todo el globo ”.
Es difícil discutir el hecho de que todos los otros elementos de la cultura -formas de organización política, estructuras de parentesco, mitos fundadores, usos y costumbres, religiones y espiritualidades, artes y letras- pertenezcan a culturas, en el sentido etnológico del término. ¿Pero acaso la ciencia no ofrece conocimientos objetivos, verificables, reproducibles? ¿El teorema de Pitágoras, el principio de Arquímedes, las leyes de Kepler , la teoría de Einstein, si son verdaderas aquí y ahora, como lo eran allá y ayer, no lo son por esencia siempre y en todo lugar? Sin embargo, podría asaltarnos una primera duda si pensamos que estos ejemplos, por convincentes que puedan parecer, pertenecen a una tradición en resumidas cuentas bastante provinciana, la de Europa occidental y la cultura greco-judeo-cristiana. En apoyo de la universalidad, habría que preocuparse por citar un abanico de ejemplos, también universal, que convocaría saberes por lo común compartidos y referidos a orígenes tibetanos, maoríes o aztecas.
Si bien el siglo XIX consideraba que la ciencia occidental era la única existente, lo que la destinaba muy naturalmente a la universalidad, con posterioridad los historiadores de ciencias mostraron la importancia y riqueza de otras tradiciones científicas –india, china, árabe-islámica. Pero este reconocimiento suele percibirse como el de “fuentes” que alimentaron la gran corriente única de la ciencia, fuentes que, convengámoslo, durante demasiado tiempo fueron ignoradas, para subestimar mejor finalmente su historicidad específica .
En cuanto a la unidad de la ciencia, tan ardientemente proyectada hasta inicios del siglo XX, desaparece ante la creciente especialización de los territorios científicos, tanto en lo concerniente a sus modos de organización como a sus métodos de investigación.
Sin emitir juicio sobre la cientificidad de las otras ciencias, detengámonos en las matemáticas y las ciencias naturales; en efecto, si se tomaran en cuenta las ciencias sociales y humanas la crítica de la pretensión a la universalidad se haría mucho más fácil.
Si visitamos Japón, en uno de los múltiples templos sintoístas o budistas, podemos ver muchas tablillas suspendidas, grabadas o pintadas con motivos variados –paisajes marinos, vistas del Fuji-Yama, caballos al galope o puras caligrafías, como ofrendas a las divinidades locales. Entre esas imágenes hay complejas figuras geométricas, combinaciones especiales y enigmáticas de círculos, triángulos y elipses. El texto que acompaña la figura es un enunciado matemático, la mayoría de las veces sin su demostración. Esos sangaku, o tablillas matemáticas, remontan al período Edo (siglos XVII – XIX), en el que Japón se aisló voluntariamente y se desconectó de toda influencia exterior, en particular la occidental. Replegado sobre sí mismo, en ese período desarrolló algunas de sus más originales creaciones culturales, el teatro nô, y la poesía de los haiku una belleza del mundo oriental, típico del pueblo japones que en forma silenciosa se desarrolla permanentemente.

REALIZACIÓN

Realización, no es conseguir nuestros objetivos, los de nuestro Ego. No es tener éxito en su significación vulgar, porque esto no elimina el sufrimiento ni nos acerca a la comprensión del mundo y de los seres sino más bien al contrario: “De los fracasos se repone uno pero difícilmente de los éxitos”. Realización es actualizar nuestra auténtica naturaleza cósmica de seres humanos por la Práctica de la Sabiduría contenida en las Instrucciones y Enseñanzas de los sabios o Budas.

sábado, 22 de octubre de 2011

"LA MAYOR DECEPCIÓN"

“ENCONTRARÁS”. Atención a esta palabra. Ésta es la mayor decepción jamás inventada por el ser humano:  “ENCONTRARÁS “…… No ahora, sino en algún momento en el futuro…. No aquí sino en algún otro lugar. Y todas las llamadas “religiones “ han utilizado este artificio decepcionante. Prometen. Dicen: “Encontrarás".
Todo lo que quieras, pero no ahora…mañana”.
Y el mañana nunca llega porque siempre lo que llega es el presente. Siempre es ahora, y ahora, y ahora. Dondequiera que vayas a estar, será aquí y ahora. Si al ser humano se le permite estar aquí, ahora, se sentirá tan en paz y descansado, que será inmensamente feliz viviendo en el presente. 

viernes, 21 de octubre de 2011

Un Problema Muy Actual, "Que anula la vida de muchas personas"

Los problemas de personalidad

Cuando una persona sufre y adopta por ello conductas "raras" a los ojos de los demás, decimos que tal persona padece un "trastorno psicológico" (p.ej., ansiedad, depresión, etc). Sin embargo, otras veces oímos decir que algunas personas sufren "trastornos de personalidad" (p.ej., un trastorno límite, o narcisista, etc.). ¿Qué significan estos conceptos? ¿En qué se diferencian los problemas psicológicos comunes de los llamados "de personalidad"?
Un problema psicológico simple, tal como un proceso ansioso o depresivo, obedece a un conflicto concreto de una persona fundamentalmente madura y equilibrada, salvo en lo referido a ese conflicto. Dicha dificultad puede referirse a otra persona o circunstancia determinada, una experiencia particularmente dolorosa, ciertos momentos difíciles de la vida, etc. Pero, una vez afrontada y resuelta la crisis, esa persona recupera fácilmente la totalidad de su carácter básicamente maduro y satisfecho.  
Los problemas de personalidad, en cambio, afectan a todo el carácter del individuo, a su forma global de ser y funcionar en el mundo, por lo que hay pocas facetas maduras en su personalidad. El DSM-IV, actual vademécum de los problemas mentales, considera 10 trastornos básicos de personalidad: 1) paranoide, 2) esquizoide, 3) esquizotípico, 4) antisocial, 5) límite (TLP), 6) histriónico, 7) narcisista, 8) evitativo, 9) dependiente, 10) obsesivo-compulsivo. Lo que caracteriza a todos ellos, independientemente de sus síntomas y conductas externas, es una insatisfacción e inadaptación más o menos extremas a la vida, esto es, la soledad íntima, la inmadurez, el desamor, el miedo. Son todas ellas personas que, por mil obstáculos e interferencias en su desarrollo infantil, no han podido crecer y sentirse adecuadamente seguras del mundo y de sí mismas. Por ello no son felices y, desde luego, no pueden hacer felices a los demás. 
Por supuesto, los síntomas de los trastornos psicológicos simples y los de los problemas de personalidad son idénticos; lo que diferencia a los segundos de los primeros es simplemente su cantidad y perpetuidad. Por ejemplo, una persona fundamentalmente madura puede sufrir de repente un trastorno obsesivo, perfectamente circunscrito e incapaz de afectar otras áreas de su vida. Pero si la vida entera de una persona resulta invadida por síntomas obsesivos -en todos los momentos y circunstancias-, entonces hablamos de "trastorno obsesivo de personalidad". En todos los casos, sin embargo, así como el moho sólo nace en los sitios húmedos y oscuros, la cantidad de cualesquiera síntomas neuróticos será proporcional al número e intensidad de las heridas psicológicas sufridas por el individuo desde su infancia. 
Desgraciadamente, tal como insisto a menudo en estos artículos, en la actualidad se descuida enormemente el cuidado y amor que se debe a los niños, por lo que están incubándose gran número de futuros trastornos de personalidad. "Educar" a un niño no es simplemente alimentarlo, vestirlo, llevarlo a guarderías y colegios, enseñarle determinadas normas, llenarlo de conocimientos y habilidades intelectuales, y abrumarlo con juguetes o caprichos. No. Educar significa fundamentalmente dar cariño, aceptación y cuidados psicofísicos. únicos cimientos de la futura autoestima, autonomía y felicidad de las personas. Todo lo que se aleje de esto es pura dominación de los mayores sobre los pequeños, egocentrismo adulto, modos de transmisión y perpetuación del sufrimiento.
Como los problemas de personalidad tardan largos años en gestarse, tardarán igualmente mucho tiempo en superarse -suponiendo que los afectados decidan intentarlo, vía psicoterapia-. Pues lo que subyace a todo trastorno de personalidad es, siempre, el desamor, el miedo, la culpa y la rabia, emociones profundamente arraigadas en el corazón de la persona y, por ello, muy difíciles de desenmascarar y exorcizar. Lo dificulta, además, la propia desconfianza del sujeto frente al terapeuta y, por supuesto, su miedo a dejar de ser él mismo. ¡Los seres humanos nos aferramos incluso a nuestros sufrimientos!
En general, no podemos "eliminar" del todo un trastorno de personalidad, pues sería como querer cambiar la estructura de un edificio sin  demolerlo previamente. Pero sí podemos hacer importantes "reformas" en él, volverlo mucho más estable y habitable, contribuir a que el sujeto se sienta mucho más cómodo y satisfecho consigo mismo, las personas y la existencia.
© JOSÉ LUIS CANO GIL
Psicoterapeuta y Escritor

miércoles, 19 de octubre de 2011

"El cerebro Rechaza los Pensamientos Negativos"

James Gallagher
BBC, Salud

Una de las razones por la que los optimistas mantienen una actitud positiva incluso cuando no hay motivos ha sido descubierta, revelaron investigadores.


Según un estudio, publicado en la revista Nature Neuroscience, el cerebro es muy bueno procesando buenas noticias sobre el futuro.


Sin embargo en algunas personas, cualquier cosa negativa es prácticamente ignorada -manteniendo con ello una visión positiva del mundo.


Los autores aseguran que el optimismo tienen beneficios importantes para la salud.


El estudio


Científicos del University College de Londres dicen que alrededor de 80% de las personas son optimistas, aunque no se etiqueten como tal.


Evaluaron a 14 personas por su nivel de optimismo y los pusieron a prueba con un escáner cerebral.


A cada uno se le preguntó qué tan probable era que sucedieran 80 diferentes "eventos malos" -como un divorcio o padecer cáncer.


Luego se les dijo la verdadera probabilidad de que sucediera. Al final de la sesión, se les pidió a los participantes que calificaran las probabilidades de nuevo.


En los resultados actualizados de los optimistas hubo una marcada diferencia dependiendo de si en la realidad era una buena o mala noticia.


El investigador principal, Tali Sharot, dio el ejemplo de los riesgos de cáncer fijados en 30%.


Si el paciente creyó que su riesgo era de 40%, entonces al final del experimento rebajó su propio riesgo alrededor del 31%, dijo.


Sin embargo, si el paciente pensaba originalmente que el riesgo era del 10%, sólo aumentó marginalmente el riesgo -lo "inclinó un poco, pero no mucho".


Felices por elección


Cuando la noticia fue positiva, todas las personas tuvieron más actividad en los lóbulos frontales del cerebro, que están asociados con los errores de procesamiento.


Con la información negativa, los más optimistas tenían menor actividad en los lóbulos frontales, mientras que los menos optimistas tuvieron más.


Esto sugiere que el cerebro está escogiendo y seleccionando lo que quiere escuchar.


Sharot dijo: "Los mensajes de que fumar mata no funcionan porque la gente piensa que sus probabilidades de contraer cáncer son muy bajas. La tasa de divorcios es del 50% pero las personas no piensan que sea para ellos. Hay un sesgo muy fundamental en el cerebro".


El doctor Chris Chambers, neurocientífico de la Universidad de Cardiff, dijo: "Para mí, este trabajo destaca algo que se está volviendo cada vez más evidente en la neurociencia, que una parte importante de la función cerebral en la toma de decisiones es probar las predicciones contra la realidad - en esencia, todas las personas son "científicos".


"Y a pesar de cuan sofisticadas son estas redes neuronales, es iluminador ver cómo el cerebro a veces viene con respuestas incorrectas y demasiado optimistas a pesar de la evidencia".


Así, el optimismo parece ser bueno para la salud. Un estudio sobre casi 100.000 mujeres mostró un riesgo menor de enfermedad cardíaca y muerte en los optimistas.


Pero como Sharot señala: "El aspecto negativo es que subestiman los riesgos".

domingo, 16 de octubre de 2011

Tibet: digitalizan miles de manuscritos

Miles de textos tibetanos están siendo digitalizados con el objeto de preservar y difundir la rica literatura del Tibet, fuertemente influenciada por el budismo.
En el Centro de Recursos Budistas Tibetanos de Nueva York se escanean millones de páginas para incluirlas en un CD-ROM y ponerlas en la internet. El centro cuenta con unos 12.000 volúmenes de literatura tibetana, una de las mayores colecciones del mundo.

Muchas de las obras fueron sacadas del Tibet por refugiados que huyeron del territorio tras la invasión china en la década de 1950.
Preservación
Como no había imprentas en el Tibet, las obras están escritas a mano o impresas a partir de bloques de madera.
"Nuestro proyecto es principalmente de preservación, ya que el papel en que están impresos se está descomponiendo". Dadas las enormes dimensiones de la iniciativa, otras organizaciones -como el Proyecto de Arte del Himalaya, la Universidad de Virginia y el Consorcio del Conocimiento Tibetano- están colaborando en la digitalización.
Se estima que la base de datos contará con unas 8,4 millones de imágenes digitales de los textos.
"Estos documentos serán de gran importancia, no sólo para Occidente, sino también para los tibetanos, a quienes ayudarán a reconstruir su cultura".

Consumidores: la irresistible perversión de la necesidad

¿Ha hecho muchas compras para estas Navidades? Piense en esto: las grandes tiendas de negocios se las ingenian sin cesar para poner al consumidor en una situación psicológicamente debilitada. Los expertos en marketing elaboraron un sistema de presiones inconscientes basado en la iluminación, los olores, la música, el tacto, dirigido a transformar el acto de compra en una pulsión incontrolable. Todas ellas violan la mente para injertarle una lista "ideal" de reflejos condicionados, de manera de fabricar un consumidor inconsciente. ¡Desde ahora el placer sólo puede pasar por el consumo!

 La elección de la música ambiental de los supermercados no es para nada casual. Allí lo importante es el" tempo". Una música lenta, con tendencia a la nostalgia, aminora la marcha de los clientes. Y cuanto más tiempo pasan en el negocio, más consumen. Al contrario, en los fast-food, donde se desea acelerar la atención al público, se opta por música mucho más rítmica. Es una cuestión de rentabilidad… "El sonido es un poderoso estimulante de compra" confirma Thierry Lageat, responsable de marketing del grupo Brime Technologies. En esa sociedad de investigaciones en marketing sensorial, cada producto presentado por los industriales es probado antes de ser lanzado al mercado por expertos llamados "orejas de oro". Su función: comparar el sonido de los nuevos productos con los sonidos sintéticos que transmiten una imagen positiva.
"Tratamos de desarrollar normas para definir en qué consiste un sonido agradable y cargado de sentido. Por ejemplo, un sonido seco es símbolo de seguridad, y se lo preferirá para acompañar el cierre de un frasco de gel para ducha o de una puerta de auto. Otras sonoridades inscribirán en la mente del consumidor la idea de dinamismo, de frescura o de lujo". Escuchando de manera repetitiva esos sonidos especialmente creados, poco a poco el oído se va condicionando inconscientemente a prestarles más atención. En una pieza vecina, Christel, ingeniera en marketing sensorial, hace pruebas sobre cereales. Apertura de un sachet, vertido de leche, masticación. "Se trata de optimizar los sonidos que generarán el apetito a esos diferentes niveles", indica. "Desde la apertura del sachet, se trabaja todo lo relativo al sonido para despertar los sentidos. Si no se obtiene un buen sonido crujiente, se vuelve a calcular la forma de los cereales". Con la ayuda de un programa informático que integra la forma y los materiales del producto probado, esos científicos de la venta pueden conocer las modificaciones que deben introducirles para obtener la sonoridad "correcta".
En la lucha contra la competencia nada queda sin explorar, ni ninguna debilidad del consumidor sin explotar. Esa empresa trabaja también con el tacto. Estudia el agarre, la dureza, la adherencia de un producto, para definir así su cédula de identidad sensorial. Tanto con los teléfonos celulares como con las cortinas de los probadores de ropa. Para los industriales, en el caso de productos que están al alcance de la mano, como ocurre en los supermercados, el tacto es un medio extra para la persuasión de compra.

sábado, 15 de octubre de 2011

¿Tiene Dios su centro en el cerebro?

Los años finales del siglo XX y estos primeros del XXI están abriendo un campo nuevo tanto a la teología como a la llamada «ateología». Se trata de responder a la cuestión si estamos programados o no, bien desde nuestros genes, bien desde nuestros centros cerebrales, para la creencia auténtica o ilusoria en Dios. La prestigiosa revista francesa Le Monde des Religions dedica en su número de los meses de enero y febrero últimos a esta apasionante pregunta, bajo la autorizada firma de Joeelyn Morisson.
El especialista en genética Dean Hamer habla de un «gen de Dios» en nuestro ADN. El estadounidense Andrew Newberg, célebre investigador de los diversos centros cerebrales, ha introducido el nombre de una nueva disciplina que llama «neuroteología». En 2001 publicaba un libro que causó sensación titulado Por qué Dios no va a desaparecer y últimamente otro que lleva el nombre de Born to Believe (en español, Nacidos para creer). El profesor canadiense Michael Persinger ha ideado el llamado «casco de Dios» que ha permitido, según él, vivir una experiencia espiritual a un 80% de los investigados. Ese casco de Persinger estimularía un supuesto centro o punto de Dios de nuestro cerebro.
El mencionado Andrew Newberg ha sometido a una experiencia neuroteológica a un grupo voluntario de monjes budistas durante su meditación «zen» y observado las alteraciones reales concomitantes que se producían en los cerebros de estos monjes que afirmaban sentirse en fusión con el «Todo» trascendiendo lo somático y superando los límites del espacio y del tiempo. Después Newberg ha extendido su investigación cerebral a un grupo de religiosas franciscanas de vida contemplativa. Ellas afirmaban que en ese tiempo de la investigación sentían una proximidad intensa de lo divino en su interioridad. Otro neuroinvestigador canadiense llamado Mario Beauregard, de la universidad de Montreal, ha extendido por su parte la misma investigación del cerebro a quince carmelitas descalzas de estricta clausura. No le fue fácil conseguir la aquiescencia de las religiosas para poner sus cerebros en conexión con un dispositivo de resonancia magnética.
Todo el mundo se interroga sobre las conclusiones de tipo trascendente que se derivarían de los tales experimentos neurológicos que han provocado el alborozo de ateos militantes que creen confirmada su tesis de que Dios no es otra cosa que una colosal ilusión de nuestro cerebro con una existencia meramente virtual.
Y a la vez el terror de numerosos creyentes que verían reducida su fe a un mero espejismo. ¿Estamos programados en verdad -se pregunta uno- para creer en Dios en consonancia con lo que es en el fondo nuestra condición humana que es, en frase de Kierkegaard, «existencia ante Dios y para Dios»? O, como se ha dicho arriba, la existencia de un ser trascendente que llamamos Dios no es otra cosa que una simple alucinación de nuestro cerebro?
Tanto Newberg como Beauregard nos previenen contra la tentación de traspasar los límites del campo reservado a la ciencia experimental e irrumpir en el terreno de la filosofía y de la mística. Decir si Dios existe o no, no es cosa de los científicos. Ambos están de acuerdo en que su investigación se ciñe a lo que es verificable con el instrumental que proporciona la ciencia. Y ambos confiesan con gran honradez que su «investigación» no permite ni confirmar ni debilitar la realidad trascendente de Dios». «Si yo miro, dice Newberg, en el escáner el cerebro de una persona que está contemplando un pastel de manzana, puedo decir qué modificaciones están sucediendo en él, pero no puedo afirmar si hay o no ante esa persona un pastel de manzana».
Sin embargo, Beauregard añade por su parte que habría que superar un paradigma materialista organizador de las investigaciones basado en el prejuicio de que la conciencia no es otra cosa que un epifenómeno de la materia, y pasar a otro que se basa en la primacía de la mente frente a las modificaciones y estados cerebrales.
A lo que se viene a añadir que tanto los monjes del budismo «zen», como las religiosas contemplativas franciscanas y carmelitas afirman sin dudar que la realidad que ellos experimentan en su meditación es para ellos lo más real, mucho más real que los simples entes materiales. La autora del artículo, Jocelyn Morrison, termina así su estudio: «Decididamente, a pesar de que debamos ser cautos a la hora de interpretar las investigaciones sin que las hagamos decir más de lo que dicen, sin embargo es cierto que el cerebro no ha cesado de apasionar nuestra curiosidad».
Jocelyn Morrison                                                         

viernes, 14 de octubre de 2011

La maquinaria del populismo

No lo confiesa, pero es irrefutable: el populismo se basa en el corto plazo. No tiene ni quiere tener una visión estratégica, aunque mienta por sistema, y diga lo contrario. Por eso recurre a términos como "modelo" o "socialismo del siglo XXI". Ese modelo y ese socialismo no existen. Sólo existen el poder y el dinero para unos pocos. Poder y dinero que se incentivan de forma recíproca y embolsan a creciente ritmo. Por dinero y por poder se llega a la aceptación de todo, en busca del blindaje que ofrece la impunidad. "Profundizar el modelo" es robar y acumular más poder para unos pocos. En los populismos decaen los valores y se enloda la dignidad.
El populismo, para ganar y sostenerse, ofrece bienestar hoy (o aparente bienestar), sin importarle el mañana. Estimula el facilismo y la irresponsabilidad para conseguir adeptos, por lo cual la productividad baja. No estimula la formación de mano de obra calificada, ni estimula nuevas fuentes de trabajo. No disminuye de forma drástica la pobreza, sino que brinda a manos llenas el consuelo de la limosna. El permanente ascenso social no es logrado por ningún populismo. Esa no es su verdadera intención. El líder y su aparato burocrático "proclaman" que se solidarizan con los pobres. Pero es mentira, porque equivaldría a su suicidio. Sin pobres el populismo fallece. Los países que han conseguido minimizarlos no son populistas ni son tomados como ejemplo. La protección del gobierno populista a los empresarios que son sus amigos le ayuda a mantener la caja, no a incrementar la inversión. Y quienes expresan su disconformidad deben someterse a controles, extorsiones y hasta exilio.
Es obvio que el espíritu empresarial languidezca bajo la amenaza, el miedo y la incertidumbre. La competencia es un inconveniente para el populismo en todos los niveles (incluso estudiantil) porque exige esfuerzo y el esfuerzo es descalificado porque no recauda votos.En consecuencia, se iguala siempre para abajo, lo cual incrementa la pobreza.
Se aísla el país del mundo con medidas proteccionistas que anhelan ocultar el descenso del desarrollo. Las exportaciones se reducen a unos pocos productos debido a la falta de seguridad para una inversión diversificada. Se multiplica de forma incalculable la corrupción, al extremo de conseguir que este pecado se acepte como algo normal. También se tiende al partido único o un partido dominante que no ceda el poder. En algunos casos el partido dominante dura más que el líder fundador, lo que da lugar a una sucesión de mandatarios que se disfrazan de demócratas, pero obstruyen con ferocidad la alternancia. Es otra de sus trampas. Además, los discursos justicieros calientan la atmósfera y mantienen confundida a gran parte de la población.
Para sacudirse de los hombros la garúa envenenada que en algún momento empieza a caer sobre los líderes populistas cuando las "amadas masas" descubren que fueron engañadas, gritan que la culpa la tiene otro. El populismo es genial en la invención de enemigos. Los va cambiando según la ocasión: empresarios, Iglesia, corporaciones, inmigrantes, medios de comunicación, bancos, potencias extranjeras y así en adelante.
Nunca se trata de poner límites al resentimiento. Por el contrario, es una hoguera a la que se echa leña sin cesar, apasionadamente. Mientras más altas las llamas, mejor el resultado. De esa forma se tiene ocupada a la nación en una furiosa pelea entre sus integrantes, mientras quienes se benefician con el poder y el dinero recogen la cosecha.
El zarzal florecimiento del populismo en América latina aumenta las dificultades. Casi siempre se maquilla de izquierdismo o progresismo. Pero no es lo uno ni lo otro. El populismo es un vocablo político que empezó en la antigua Roma y resucitó a fines del siglo XVIII. Algunos teóricos se empeñan en resaltar sus virtudes. Pero los socialistas y comunistas siempre lo han criticado, porque lo ven como una vigorosa muestra de gatopardismo. Y es verdad. Promete cambios, pero sólo adopta medidas superficiales para que todo siga igual. Pone curitas a las heridas profundas. Convierte al idealizado pueblo en un niño que entusiasma con golosinas y cuentos de colores. Apunta a una suerte de protodemocracia que parece defender a los obreros, los pequeños emprendedores, los sindicatos, la baja clase media y la cultura autóctona. Recurre al nacionalismo con espolvoreo de xenofobia para mantener siempre abierto un costado del odio, tan necesario para conservar el poder.
Como dijimos, el populismo se ha mostrado incapaz de eliminar la pobreza y la desigualdad. La mayoría de sus líderes aborrecen a la izquierda genuina, pero coquetean con ella. Afirman ser distintos a los regímenes que piden eternos sacrificios en nombre de recompensas que sólo llegan al grupo dirigente. El populismo promete un nuevo sistema, ni capitalista ni comunista. ¿Recordamos "la Tercera Posición"? ¿Recordamos "ni yanquis ni marxistas: peronistas"? Además, casi siempre desemboca en el culto a la personalidad. En lugar de más democracia hay más genuflexión ante el "adorable" líder.
Recordemos un poco.
En el período de la última república romana aparecieron sinceros líderes llamados populares (o factio popularium : "partido de los del pueblo") que se oponían a la aristocracia tradicional y propugnaban una mejor distribución de la tierra, aliviar las deudas de los más pobres y dar mayor participación al grueso de la gente. Entre ellos, figuraban los Gracos, Sulpicio Rufo, Catilina y nada menos que Julio César. Contra estas figuras batalló una gran cabeza como la de Cicerón. ¿Aquellos fueron buenos y los actuales son malos?
En el siglo XVIII, como ya indiqué, resucitó este concepto. En Alemania había tomado jerarquía la difusa palabra Volk (pueblo), que Herder enalteció al desarrollar el Volkgeist (espíritu del pueblo). En Rusia se difundió el Narod , con igual significado. Como consecuencia negativa, en Alemania se desarrolló el pangermanismo y en Europa oriental, el paneslavismo. Pero recién fue Napoleón III quien instituyó la asistencia social con fines demagógicos y tuvo el claro propósito de someter el poder judicial y legislativo bajo su cetro. En América latina se lució un gran predecesor, nada menos que Simón Bolívar. Cuando este héroe puso término a las guerras de la independencia, en 1825 se hizo nombrar presidente vitalicio de Bolivia y Perú, con el anhelo de extender su dominio a la Gran Colombia. Quienes se atrevieron a criticarlo recibieron una respuesta digna del absurdo ionescano: "No será legal, pero es popular y, por lo tanto, propio de una república eminentemente democrática"... No es casual que los llamados países bolivarianos sigan ese ejemplo.
En síntesis, el populismo fascina y enamora, desencadena emociones y aumenta la alienación. Les hace daño a sus naciones, pero no a sus líderes, que suelen huir a tiempo con sus maletas bien cargadas.

Por Marcos AguinisEl autor es ensayista y escritor

lunes, 10 de octubre de 2011

"LA MUJER PEREFECTA"

Nasrudin conversaba con un amigo.
- Entonces, ¿Nunca pensaste en casarte?
- Sí pensé -respondió Nasrudin. -En mi juventud, resolví buscar a la mujer perfecta. Crucé el desierto, llegué a Damasco, y conocí una mujer muy espiritual y linda; pero ella no sabía nada de las cosas de este mundo.
Continué viajando, y fui a Isfahan; allí encontré una mujer que conocía el reino de la materia y el del espíritu, pero no era bonita.
Entonces resolví ir hasta El Cairo, donde cené en la casa de una moza bonita, religiosa, y conocedora de la realidad material.
- ¿Y por qué no te casaste con ella?
- ¡Ah, compañero mío! Lamentablemente ella también quería un hombre perfecto.

jueves, 6 de octubre de 2011

Taoísmo


Conserva el Vacío Absoluto 
Y la perfecta Paz permanecerá 
Todas las cosas tienen un mismo origen 
Y desde allí las contemplamos retornar 
Todas las cosas emanan florecientes 
Y cada una de ellas regresa a su origen 
Regresar a su Principio es reposar
Reposar es encontrar el nuevo Destino 
Al regreso al Destino se le llama Eternidad. 
Al que conoce lo Eterno se le llama Iluminado 
El que desconoce lo Eterno su miseria es desventura 
Quien conoce la Eternidad todo lo posee 
Quien es justo con los demás es soberano 
Quien es soberano es semejante a lo Supremo
Lo Supremo es el Camino del Tao 
Alcanzando el Tao tendrá vida eterna 
Y aunque su cuerpo muera él nunca perecerá. 
(Lao Tse: Tao Te King)

martes, 4 de octubre de 2011

Urbanización y Sostenibilidad

Los núcleos urbanos que surgieron hace siglos como centros donde se gestaba la civilización se han ido transformando en lugares amenazados por la masificación, el ruido, los desechos... problemas que se agravan en las llamadas “megapolis” con más de diez millones de habitantes, cuyo número no para de crecer. El desafío urbano del que habla la Comisión Mundial del Medio Ambiente y del Desarrollo ha de enfrentar, pues, bastantes problemas: los de contaminación, por supuesto, pero también los que plantea el consumo exacerbado de recursos energéticos, la destrucción de terrenos agrícolas, la degradación de los centros históricos, etc. Puede decirse que las ciudades constituyen hoy el paradigma de la imprevisión y de la especulación, es decir, de la insostenibilidad. Será en las ciudades del siglo XXI donde se decida el destino humano y donde se dicte el destino de la biosfera. No existirá un mundo sostenible sin ciudades sostenibles. Es necesario, pues, conciliar urbanización y sostenibilidad, desarrollando propuestas que garanticen el avance hacia ciudades que contribuyan a la sostenibilidad y con ello la continuidad de la especie humana y de las futuras generaciones.