domingo, 21 de agosto de 2011

HSIN-HSIN-MING (Poema de la Confianza en la Mente Pura, la Naturaleza) Seng-Ts’an (Tercer Patriarca Chan)



La Gran Vía no es difícil, pero hay que evitar tener preferencias.
La Vía es clara cuando amor y odio no están presentes.

Si haces una mínima distinción, cielo y tierra se separan hasta el infinito.
Estar a favor o en contra es la enfermedad del espíritu.

Si no entiendes el significado profundo de las cosas,
no podrás apaciguar tu espíritu.

La Vía , infinita como el espacio, es perfecta
y nada falta o sobra en ella.

Al desear o rechazar las cosas
no las vemos como son.

No busques el mundo de los fenómenos,
No te apegues a la vacuidad.

Permanece tranquilo y sin esfuerzo en el Uno
y esas ideas desaparecerán por sí solas.

Cuando quieres estar en la quietud,
ésta engendra actividad.

Si estás en un extremo o en otro,
no podrás conocer el Uno.

Si no permaneces en la unidad de la Vía,
La actividad y la quietud llevan al fracaso.

Si consideras sólo la existencia de las cosas, no ves su vacuidad.
Si te asientas en el vacío, no ves la realidad.

Pensar y hablar sobre ello nos aleja de la vía.
Si abandonamos el pensamiento y el habla, no habrá verdad que no se pueda alcanzar.

Retornando al origen encontramos el significado,
pero si vas tras las apariencias te alejas del origen .

Si aunque sólo sea un instante realizamos la mirada interior,
fenómenos y vacío podrán ser transcendidos.

Si nos parece que el mundo cambia incesantemente
es debido a nuestra ignorancia.

No se trata de buscar la verdad,
sólo hay que dejar de tener prejuicios.

No te asientes en la dualidad.
Evita seguir opiniones duales.

Si consideras “correcto” o “incorrecto”,
te deslizas en el mundo de los opuestos y el espíritu caerá en la confusión.

Todo lo dual proviene del Uno,
pero no te apegues al Uno.

Cuando el espíritu se unifica sin apego,
los fenómenos son inofensivos.

Cuando los fenómenos son inofensivos
dejan de existir y con ellos el espíritu.

El sujeto existe porque hay objeto.
El objeto existe porque hay sujeto.

Sujeto y objeto se desvanecen.
En verdad, no son otra cosa que vacío.

En la unidad del vacío,
sujeto y objeto son indistinguibles y contienen el mundo entero.

Si no haces ninguna distinción entre grosero y sutil,
permanecerás alejado de los prejuicios.

La Gran Vía no es fácil, no es difícil,
pero la duda y la prisa son grandes obstáculos.

Apegarnos a la Gran Vía es caer en el error.
Deja que las cosas sigan su propia naturaleza.

Si dejas que las cosas sean a su manera,
no habrá ir ni venir y, libre, estarás tranquilo.

Cuando el pensamiento se enreda en juicios,
no vemos la verdad de las cosas y engendramos sufrimiento.

La confusión y el malestar cansan el espíritu.
¿Para qué desear esto o no querer aquello?

Para ir por el Camino único deja los prejuicios contra el mundo de los sentidos y de las ideas.
Cuando lo aceptes plenamente, alcanzarás la iluminación.

El hombre sabio no se obstaculiza a sí mismo,
pero el ignorante se encadena con el amor y el odio.

Las cosas del mundo no saben de discriminaciones.
Buscar el espíritu con la mente que distingue es el gran error.

Quietud e inquietud son ilusorias,
En la iluminación no hay apego o aversión.

La dualidad surge de nuestras deducciones.
¡Que ganancia y pérdida desaparezcan para siempre!

Si nuestros ojos no duermen, no habrá sueños.
Si el espíritu no se pierde en discriminaciones, la esencia única.

Cuando vemos la esencia única en todas las cosas,
nos liberamos de todas las ataduras.

Al ver todas las cosas con ecuanimidad,
regresamos a nuestra naturaleza original.

En nuestra naturaleza original
nada puede ser comparado.

Movimiento y reposo desaparecen.
La dualidad deja de existir.

Cuando la dualidad desaparece, la misma unidad desaparece.
Nada puede describirlo.

Las dudas se desvanecen y la fe verdadera reaparece.
Sin aferrarnos a nada, libres.

Todo está vacío, claro y luminoso por sí mismo.
Este mundo, en el que las cosas son tal cual son, el intelecto no lo alcanza.

En él no hay yo ni otros.
Para experienciarlo basta con “no dos”.

Todo es idéntico y está contenido en la no dualidad.
Los sabios saben esto.

Ni existente, ni no existente.
En todas partes y siempre delante de nuestros ojos.

Lo infinitamente pequeño y lo infinitamente grande
son lo mismo. Sin límites.

La existencia es la no-existencia.
La no-existencia es existencia.

Uno en todas las cosas.
Todas las cosas Uno.

Si comprendes esto,
no te preocuparás por la imperfección.

La fe es no-dos.
Lo que no es no-dos no es el espíritu de la fe.

Más allá del lenguaje,
Ni pasado, ni presente, ni futuro.

sábado, 13 de agosto de 2011

Extracto de la serie “Un nuevo siglo de la salud: El budismo y el arte de curar”

"El sufrimiento estimula la sabiduría y abre el camino hacia la felicidad. Una enfermedad, por ejemplo, nos puede ayudar a comprender el profundo significado de la vida, desarrollar un mayor aprecio por el valor y la dignidad de la vida, y, en última instancia, disfrutar de una existencia de mayores satisfacciones."
"La salud no es sólo ausencia de enfermedad. La verdadera salud es el deseo de superar cada forma de adversidad e inclusive de hacer uso de las peores circunstancias como resortes para un nuevo crecimiento y desarrollo. En resumen, la salud es esencialmente la renovación constante y el rejuvenecimiento de la vida."
"¿La salud es un estado en el que nuestro cuerpo simplemente está libre de dolencias? Gozar de buena salud implica mantener la vigorosa disposición de combatir con emprendimiento cualquier cosa que sea perjudicial para nuestro bienestar. La esencia de la verdadera salud humana se encuentra en esta decisión indoblegable de luchar, desafiarse, crear y avanzar incesantemente."
Daisaku Ikeda

viernes, 12 de agosto de 2011

Francisco Varela: La mente y la conciencia desde la perspectiva científica, filosófica y budista

Hay un número cada vez mayor de pruebas que el budismo puede tener potencialmente una importante y productiva influencia sobre la ciencia moderna, principalmente a dos niveles: (i) a nivel de la investigación detallada en el estudio de la mente, y (ii) el impacto epistemológico sobre los fundamentos de la ciencia, especialmente en la física. Las biociencias se han desarrollado enormemente durante los últimos 50 años. Una de sus principales ramas es el estudio de la mente, la cognición, las emociones y los fenómenos mentales, donde las ciencias del cerebro, o neurociencias, tienen un papel fundamental. Hay una confluencia inusual de disciplinas que colectivamente dirigen su enfoque a la naturaleza de la cognición, la emoción y la acción. Estas disciplinas incluyen a la neurociencia, la genética molecular, la psicología experimental, la inteligencia artificial y la lingüística. Algunos esfuerzos interdisciplinarios muy importantes han aparecido de esta hibridación, incluyendo las ciencias cognitivas, la neurociencia y la neurociencia de las emociones. Estas nuevas ciencias interdisciplinarias han aceptado rápidamente el estudio de la mente como un objeto científico y han permitido que la ciencia moderna se acerque a este esfuerzo con un rigor y precisión sin precedentes. Como consecuencia de esta investigación pionera, la ciencia ha estado despertando gradualmente a lo que, hasta muy recientemente, parecía ???Falto de rigor científico???: la conciencia misma. ¿Puede un estudio científico de la mente dejar fuera lo que está siempre presente en los seres humanos: su propia experiencia? ¿Qué es la Conciencia? ¿Cómo está relacionada con las otras habilidades mentales generadas por el cerebro; como la visión, la emoción, y la memoria? ¿Cuan plástico es el potencial del cerebro para cubrir las necesidades humanas en medicina y educación? Esta conciencia ???revolución??? ha traído al primer plano el simple hecho de que estudiar el cerebro y el comportamiento requiere de un complemento equitativamente disciplinado: la exploración de la experiencia misma. Es aquí donde el budismo aparece como una fuente sobresaliente de observaciones que se ocupan de la mente humana y la experiencia, acumulado durante siglos con un gran rigor teórico, y, lo que es aún mas importante, con ejercicios y prácticas muy precisos para la exploración individual. Este tesoro de conocimientos es un asombroso aporte para la ciencia. Donde el refinamiento material de la ciencia es incomparable en estudios empíricos, el nivel experiencial todavía es inmaduro e ingenuo, comparado con el tiempo que la tradición budista le ha dedicado a estudiar la mente humana. (Francisco Varela 1946 - 2001)

sábado, 6 de agosto de 2011

"AMOR CAMPASIVO, COMPORTAMIENTO SOLIDARIO"

El verdadero amor compasivo que expone el budismo no tiene nada que ver con la lástima ni con el sentimentalismo. Esto se debe a que la lástima o el sentimentalismo no alcanzan para apoyar a otro a lograr la victoria en la vida; no sirven para aliviar realmente el sufrimiento e impartir alegría…”.
Muchos relacionan la compasión con el sentimiento de lástima. El sentimiento de lástima es condescendiente y complaciente. Sin embargo, la compasión nace del sentido de igualdad y de interconexión. La misericordia budista se basa en el respeto a la dignidad de la vida inherente a todos los seres vivientes y en el deseo de que dicha dignidad triunfe sobre otros aspectos. Por lo tanto, el amor compasivo genuino consiste en el fortalecimiento del prójimo como ser humano y en ayudarlo a desarrollar fuerza y coraje para superar los problemas.
La sociedad está plagada de fuerzas –tales como la violencia, la degradación ambiental o la desigualdad— que impiden al ser humano lograr su anhelo más esencial: ser feliz. El budismo orienta su atención a la tendencia de la vida humana que genera infelicidad. Desde el punto de vista del budismo, la condición más nociva que se impone en el ser humano es el deseo de dominar o someter a otros, circunstancia bajo la cual se manifiesta un egoísmo rebelde y destructivo. El budismo personifica simbólicamente tal impulso como el Rey Demonio del Sexto Cielo o Demonio Celestial. Debido a que la naturaleza humana es la causa de graves problemas, también es la fuente de sus soluciones. En los textos budistas en sánscrito, se describen extensamente los conceptos de misericordia y compasión mediante las voces maitri y anukampa. La compasión es la antítesis de los aspectos destructivos del ser humano y nace a partir de un sentimiento de solidaridad que anhela la felicidad y el desarrollo mutuo.
Cuando una persona desea alentar a alguien, su esfuerzo por comprender sus circunstancias y brindar aliento efectivo le permite desarrollar sabiduría y valentía. Nichiren señaló que la práctica de la entonación del Nam-myoho-renge-kyo permite a las personas desarrollar su potencial y la fortaleza para vivir con confianza y felicidad. Por eso, los practicantes del budismo de Nichiren comparten naturalmente esta filosofía con otras personas. Aunque es fácil desistir ante las circunstancias negativas o perder fe los demás, el budismo enseña a confiar en el bien y el potencial innatos de todos los individuos, y a alentar a las personas a que desarrollen tales características inherentes, ya que la transformación de la sociedad sólo es posible mediante la transformación del corazón de las personas.

Daisaku Ikeda

jueves, 4 de agosto de 2011

EL MISTERIO DE LA SERENIDAD PERDIDA.

    Según el conocimiento que tenemos actualmente sobre el cerebro del ser humano, podemos dividirlo en tres partes: Tronco Cerebral (predominio del Instinto), Sistema Límbico (predominio de lo Emocional) y Corteza Cerebral (predominio de la Razón). La Corteza Cerebral de ambos hemisferios, a través de las áreas prefrontales, potencia al Tronco Cerebral y al Sistema Límbico. Dicho de otra forma, la Razón da al ser humano su gran oportunidad: que el instinto madure en Voluntad, y lo emocional madure en Serenidad. Este es el camino para conseguir una Mente equilibrada: buscar lo que ya está dentro de nosotros.
     La Mente sin Voluntad deja de existir. El fundamentalismo científico ha suprimido la Mente, somos reacciones bioquímicas cerebrales y neurotransmisores. Pero esto no es verdad, también somos Mente y tenemos una Voluntad para poder cambiar las cosas. Somos algo con capacidad de decidir por nosotros mismos. El ser humano es algo más que reacciones bioquímicas cerebrales.
     La Mente sin Serenidad está enferma. Aplacar el ego, controlar el pensamiento, inteligencia emocional, son intentos y maneras de decir lo mismo: que la Razón por sí sola se puede convertir en un monstruo que se vuelve contra nosotros mismos, "lo más razonable es no ser tan razonable", que la Razón acompañada de la Serenidad nos permite descubrir que dentro de nosotros mismos tenemos una Realidad que va más allá de los pensamientos.
     El déficit en Voluntad y en Serenidad de la sociedad actual es lo que nos conduce a gran sufrimiento y a graves trastornos psicológicos. Parecen haberse perdido. Con la Voluntad ha habido últimamente algún intento de recuperarla. Pero la Serenidad ni siquiera se nombra. Se ha perdido.
 

                    "La Serenidad es una realidad si crees en ella".

¿Qué es un "Sutta"?

Todas las enseñanzas del Buda fueron transmitidas oralmente a sus discípulos. Éstos, a su vez, iniciaron una tradición de memorización de las palabras del Buda que fue la única fuente de acceso a sus enseñanzas durante cientos de años. A partir de alrededor el año 250 antes de nuestra era se inició la transcripción escrita de la tradición oral. Se crearon entonces los "Suttas". Sutta es una palabra en el idioma Pali que se hablaba en aquella época en el noreste de la India (lo que es actualmente el estado Bihar y parte de Nepal) y significa hilo. De ahí viene nuestra palabra "suturar" que es coser con aguja e hilo.

De tal manera que los Suttas son el hilo conductor de las enseñanzas del buda escritas por los discípulos de los discípulos del Buda.

Los "Suttas" se conocen colectivamente como el Canon Pali y están organizados en tres "cestas" o pitakas (el tripitaka). 1. Los discursos del Buda, 2. Los textos sobre la disciplina monástica y 3. El Abhidharma (compendio de conceptos que incluyen la psicología budista).