sábado, 30 de julio de 2011

El núcleo de las enseñanzas, Escrito por Krishnamurti en 1980

El núcleo de las enseñanzas de Krishnamurti está contenido en la declaración que hizo en 1929 cuando dijo: «La Verdad es una tierra sin caminos». El hombre no puede llegar a ella por ninguna organización, ningún credo, ningún dogma, ningún sacerdote o ritual, ni por ningún conocimiento o técnica filosófica. Tiene que encontrarla a través del espejo de la relación, de la comprensión de todo el contenido de su propia mente, de la observación y no por medio del análisis intelectual o introspectivo.
El hombre ha creado dentro de sí mismo a modo de barrera de seguridad, imágenes religiosas, políticas, personales que se manifiestan en símbolos, ideas y creencias. El peso de estas imágenes domina el pensamiento de hombre, su relación, y su vida cotidiana. Estas imágenes son la causa de nuestros problemas porque dividen a los seres humanos. Su percepción de la vida está moldeada por conceptos que la mente previamente establece. El contenido de su consciencia es toda su existencia. La individualidad es el nombre, la forma, y la cultura superficial que obtiene de la tradición y del entorno. La unicidad del hombre no yace en lo superficial, sino en la completa libertad del contenido de su consciencia, la cual es común a toda la humanidad. De modo que no es un individuo.
La libertad no es una reacción; en la libertad no hay elección. Es pura ficción pensar que porque uno puede elegir es libre. La libertad es observación pura sin dirección, sin miedo al premio o castigo. La libertad no tiene motivo; la libertad no está al final de la evolución del hombre sino que yace en el primer paso de su existencia. Con la observación, uno empieza a tomar consciencia de su falta de libertad. La libertad está en el darse cuenta sin elección en nuestra vida cotidiana y en nuestras actividades.
El pensamiento es tiempo. El pensamiento nace de la experiencia y el conocimiento, los cuales son partes inseparables del tiempo y del pasado. El tiempo es el enemigo psicológico del hombre. Nuestras acciones se basan en el conocimiento y, por tanto, en el tiempo, de manera que el hombre es siempre un esclavo del pasado. El pensamiento es muy limitado y, por consiguiente, vivimos en conflicto y lucha constantes. No existe tal cosa como la evolución psicológica. Cuando el hombre se da cuenta del movimiento de sus propios pensamientos, ve la división entre el pensador y el pensamiento, entre el experimentador y la experiencia, descubre que toda esta división es una ilusión. Tan sólo entonces puede darse una observación pura, la cual consiste en percibir sin la sombra del pasado o del tiempo. Esa percepción sin tiempo produce una mutación profunda y radical en la mente.
La negación total es la esencia de lo positivo. Cuando se niegan todas estas cosas que el pensamiento ha creado psicológicamente, únicamente entonces hay amor, que es compasión e inteligencia.

Pensamiento Oriental, Zen en la vida diaria

Sheng -Yen Fa - Shih



El Zen no puede conocerse por ningún tipo de imaginación, palabra, escritura, o explicación; debe ser vivido personalmente. Por ejemplo: si a un ciego de nacimiento se le quiere explicar qué es una flor blanca, no podría entenderlo. Alguien podría decirle que es blanca como la nieve; esta persona tocaría la nieve y diría "¡Qué frío es el blanco!". Al decirle que es blanca como un ganso, tocaría un ganso y diría "¡El blanco es como un pájaro!".
En realidad es muy difícil explicar a un ciego de nacimiento lo que es un color; en cambio habría que buscar una solución para su problema.
El Zen no es explicable por palabras: se comprende tras una vivencia propia.
Si usamos las palabras necesitamos utilizar la lógica, que es producto de la actividad mental, la cual no es totalmente capaz de comprenderlo.
Los filósofos utilizan la lógica usando razones convincentes para ser aceptados. En la religión no se puede.
Muchas experiencias religiosas han sido vividas en distintas partes del mundo, como las apariciones de las Vírgenes. Quienes no lo vivieron no pueden creerlo con un 100 % de certeza: lo tendrían que aceptar con fe.
El Zen no puede explicarse, hay que experimentarlo vivenciándolo.
Si tomo agua: ¿alguien sabe realmente qué estoy tomando? Puedo decirle que está caliente, pero... ¿alguien sabe cuál es su temperatura? Aunque afirme que son 80° C, ustedes no saben cuánto calor es. También puedo decir que es un poco salada. Ustedes pueden imaginar lo que yo digo, pero lo mejor es probarlo personalmente. Aunque diera muchas explicaciones, no lo comprenderían.
La teoría lógica no lo puede explicar, sólo puede transmitir algún aspecto del que sólo entenderán algo aquellos que compartan el mismo idioma y el significado de los términos usados.
La experiencia absoluta debe ser vivida personalmente.
Muchos dirán que son monjes aquellos que viven en un monasterio; entonces ratas, cucarachas, moscas, etcétera también serían monjes. Muchos laicos conviven con monjes en los monasterios, pero ellos no saben bien qué es ser monje.
El Zen es una experiencia, que trasciende el tiempo y el espacio; no los supera, los trasciende; no se los puede superar porque son parte de nuestra vida.
La experiencia del tiempo y del espacio es confusa. El pez en el agua no se da cuenta del agua en la que está inmerso.
Uno no es tan consciente de su movimiento en el espacio a cada momento, ni siquiera percibe bien cómo transcurre el día. Cuando estamos angustiados el tiempo parece interminable; si alguien experimenta algo desagradable, uno quiere ayudar y parece que el tiempo no alcanza. Al llegar el fin del día, muchos dicen: “¡Al fin!”, como si terminaran una lucha contra el tiempo.
No nos damos cuenta del espacio, salvo cuando el movimiento se nos limita. Un taiwanés puede decir que en Buenos Aires hay muchos espacios verdes; en cambio, un bonaerense se queja por la falta de espacios verdes.
Para el Zen, la comprensión tiempo-espacio debe ser muy clara. La trasciende. Al hacerlo, largo o duración son iguales, un grano de arena o un montaña son iguales, no afecta, no hay diferencia entre ellos.

Principios

1. Conducta pura
Para un iluminado, bueno y malo son lo mismo. Para quienes practican Zen, la pureza es importante.
Pureza implica:
- demostración de ella a través del cuerpo.
- de la conducta mental.
- del habla
2. Tranquilidad en la vida
- En el aspecto verbal –no alborotar.
- En el aspecto mental –no poseer ansiedad.
- En el aspecto corporal –no usar la violencia.
En medio del tránsito pesado surgen ansiedades, nervios, las personas manejan a gran velocidad porque aprecian el tiempo hasta el último segundo; por eso están intranquilos. Muestran violencia de acción y o palabra al no soportar a ciertas personas o acciones.
3. Vida segura
Comprendiendo el Zen tendremos seguridad en nuestra vida. La gente se caracteriza por la falta de seguridad. Se pone nerviosa, se altera, teme; vivir se torna inestable.
No hay en este mundo algo realmente seguro. Podemos prevenir, pero no detener con seguridad los desastres. Según el Zen, sabemos que estos riesgos son naturales, entonces no hay razón para preocuparse. Los que más se preocupan y temen suelen morir más temprano. Muchos compran armas, pero esto no les garantiza su seguridad; podemos decir que los pone en más peligro.
4. Vida estable
La inestabilidad laboral, familiar, matrimonial, todas pueden subsanarse con postura y posición firme, y con autoconocimiento. Debemos saber hacia dónde nos dirigimos, sin necesidad de un meta fija. Hay que mantener una cierta postura aunque no sepamos qué hacer; comprender cómo somos y cuáles son nuestros límites. Sin una clara dirección, nosotros equivocamos el camino o vamos en círculos. Si mantenemos una dirección y vamos en ella rápido o despacio, llegaremos igual. Debo saber qué quiero. ¿Hasta dónde llego?..., ese es otro punto. Algunos poseen una capacidad innata (por ej: canto), quienes no la tienen y quieren seguir el canto, tendrán un gran problema, pero con una buena guía y una dirección firme y clara, pueden obtener grandes logros.
5. Tener una conciencia clara y libre
Implica que nuestras expresiones y demostraciones de afecto sean autocontroladas libremente; no hay que apegarse a tener, ni sufrir por perder. Si el medio lo permite, desarrollaremos nuestras esperanzas; si no es así, debemos esperar nuevas oportunidades para satisfacer nuestras expectativas. En la vida hay altibajos, éxitos y fracasos.

sábado, 23 de julio de 2011

¿La meditación puede cambiar tu cerebro?

¿La gente puede fortalecer los circuitos cerebrales asociados con la felicidad y el comportamiento positivo, de la misma forma que podemos fortalecer nuestros músculos con ejercicio?
Richard Davidson, quien durante décadas ha practicado la meditación budista, una forma de ejercicio mental, insiste en que podemos.

Y Davidson, quien ha meditado desde que visitó India cuando se graduó de Harvard en los años 70, está convencido de esto, más allá de su propia experiencia.

Como psicólogo en la Universidad de Wisconsin, se volvió líder de un campo relativamente nuevo, llamado neurociencia contemplativa, la ciencia que estudia los efectos de la meditación en el cerebro.

Durante la última década, Davidson y sus colegas han producido evidencia científica para la teoría de que la meditación —la antigua práctica oriental de sentarse concentrándose en ciertos objetos— puede mejorar al cerebro.
¿La gente puede fortalecer los circuitos cerebrales asociados con la felicidad y el comportamiento positivo, de la misma forma que podemos fortalecer nuestros músculos con ejercicio?
Todos sabemos que si realizamos cierto tipo de ejercicios de forma regular podemos fortalecer grupos musculares de forma predecible", dijo Davidson, en su oficina en la Universidad de Wisconsin, donde su equipo de investigación ha estudiado a monjes budistas y a otros meditadores con tomografías cerebrales.

"Fortalecer los sistemas neurales no es fundamentalmente distinto", dijo. "Básicamente remplaza ciertos hábitos mentales por otros". Los neurocientíficos que estudian la meditación dicen que obtener este hábito puede fortalecer los circuitos cerebrales responsables de mantener la concentración y de generar empatía.

Un estudio reciente realizado por el equipo de Davidson descubrió que los meditadores novatos estimularon sus sistemas límbicos, la red emocional del cerebro, durante la práctica de meditación de compasión, una antigua práctica del budismo tibetano.

Esa no es una gran sorpresa, dado que la meditación de compasión pretende generar un estado emocional específico de empatía intensa, en ocasiones llamado "de amor y bondad".

Pero el estudio también descubrió que los meditadores expertos (monjes con más de 10,000 horas de práctica) mostraron una actividad significativamente mayor de su sistema límbico. Los monjes parecían haber cambiado permanentemente sus cerebros para ser más empáticos.

Un estudio previo realizado por algunos de los mismos investigadores descubrió que los meditadores comprometidos experimentaban cambios sustanciales en las funciones base del cerebro, es decir, habían modificado la forma en la que sus cerebros funcionaban incluso fuera de la meditación.

Estos cambios incluían la activación acelerada de la región anterior izquierda cerebral que, se cree, es responsable de generar las emociones positivas. Los investigadores descubrieron la transformación en novatos que se inscribieron a un curso de ocho semanas de meditación de conciencia plena, una técnica budista.

Pero la mayoría de las investigaciones cerebrales en torno a la meditación siguen siendo preliminares, y esperan ser corroboradas por otros científicos. Los beneficios psicológicos de la meditación y su uso en tratamientos para condiciones tan diversas como depresión y dolor crónico son más reconocidos.

La ciencia cerebral seria en torno a la meditación surgió apenas en la última década, desde que las resonancias magnéticas permiten a los científicos observar el cerebro y monitorear los cambios en tiempo relativamente real.

A principios de los 90, un investigador de la Universidad de Pensilvania, Andrew Newberg, dijo que los escaneos cerebrales de los meditadores con experiencia mostraban que la corteza prefrontal, la zona del cerebro que alberga la atención, tenía un mayor desempeño durante la meditación, mientras que la región cerebral que se concentra en la orientación de tiempo y espacio, llamada lóbulo parietal superior, se oscurecía.

Newberg dijo que sus hallazgos explican por qué los meditadores son capaces de concentrarse intensamente al mismo tiempo que describen sentimientos de trascendencia durante esa práctica.

viernes, 22 de julio de 2011

SIDDHARTA (Hermann Hesse).

     - Mira, Govinda, ésta es una de las cuestiones que he descubierto: la sabiduría no es comunicable. La sabiduría que un erudito intenta comunicar, siempre suena a simpleza - dijo Siddharta.
     - ¿Bromeas? - inquirió Govinda.
     - No. Digo lo que he encontrado. El saber es comunicable, pero la sabiduría no. No se la puede hallar, pero se la puede vivir, nos sostiene: pero nunca se la puede explicar ni enseñar. Esto es lo que ya de joven pretendía, y lo que me apartó de los profesores.
     He encontrado otra idea que tú, Govinda, seguramente tomarás por broma o chifladura, pero, en realidad se trata de mi mejor pensamiento. Es éste: ¡Lo contrario a cada verdad es igual de auténtico! O sea: una verdad sólo se puede pronunciar y expresar con palabras si es unilateral. Y unilateral es todo lo que se puede expresar con pensamientos y declarar con palabras, todo lo unilateral, todo lo mediocre, todo lo que carece de integridad, de redondez, de unidad.
     Cuando el venerable Buda enseñaba el mundo por medio de palabras, lo tenía que dividir en samsara y nirvana, en ilusión y verdad, en sufrimiento y redención. No es posible otra forma para el que desea enseñar. No obstante, el mundo mismo, lo que existe a nuestro alrededor y en nuestro propio interior, nunca es unilateral. Jamás un hombre o un hecho es del todo samsara o del todo nirvana, nunca un ser es completamente santo o pecador. Nos parece que es así porque nos hacemos la ilusión de que el tiempo es algo real. Y el tiempo no es real, Govinda, lo he experimentado muchas veces. Y si el tiempo no es real, tampoco el lapso que parece existir entre el mundo y la eternidad.

lunes, 18 de julio de 2011

¿De dónde vienen los cinco fantasmas (o espectros) que rondan por la casa?

Si usted realiza cosas fantasmales, es un fantasma.
Si actúa como un ser humano, usted es un ser humano.
Si realiza las acciones de los Budas, usted es un Buda.

Un fantasma es una masa de energía negativa
Hay tantos fantasmas como seres humanos. Hay innumerables seres humanos y también hay innumerables fantasmas. Un fantasma aparecerá siempre que al cultivar tengan pensamientos negativos. Un fantasma es una masa de energía negativa. Cuando tengan un mal pensamiento, aparecerá una masa de energía negativa, pero si transforman ese pensamiento, la luz del sol brillará en él y tendrán sabiduría.

Realicen las acciones de los Budas, no las de los fantasmas
Si son inteligentes, ustedes son espíritus; si son estúpidos, son fantasmas. Si toman drogas o alucinógenos, no son más que fantasmas. No piensen que para convertirse en fantasmas antes tienen que morir; ustedes ahora mismo ya son amigos de fantasmas. ¿No acabo de decir que basta con que ustedes realicen acciones de fantasmas para que se conviertan en fantasmas? Si actúan como seres humanos, son seres humanos. Si realizan las acciones de los Budas, son Budas. Todo depende de ustedes.

Los cinco fantasmas (o espectros) que rondan por la casa: odio, resentimiento, irritación, enfado y disgusto
¿Por qué decimos que si no tienen fantasmas en la mente los fantasmas de fuera de su cuerpo no pueden hacer nada? Los fantasmas externos aparecen sólo cuando ustedes tienen fantasmas en su mente. Si no hay fantasmas en su mente, los fantasmas externos no pueden entrar.

Los fantasmas internos son: codicia, odio, estupidez, arrogancia y duda. También son: odio, resentimiento, irritación, enfado y disgusto. Odiar a otros daña el corazón Tener resentimientos hacia otros daña el bazo. Irritarse daña los pulmones. Enfadarse con otros daña el hígado. Disgustarse daña los riñones. ¿Qué es el disgusto? Es cuando, por ejemplo, ustedes dicen: “Este chico es tan desagradable. Es tan deshonesto. Mírenlo; llorando todo el día”. Y ustedes se ven agobiados de disgusto. El disgusto daña los riñones, lo que conduce a un fantasma de rostro negro. Los riñones pertenecen al elemento agua. Al agua se la relaciona con el color negro, por lo que es representada por un fantasma de rostro negro. Estos son los “cinco fantasmas (o espectros) que rondan por la casa”. Cuando posean alguno de estos cinco fantasmas dentro de ustedes, los fantasmas del exterior también vendrán y todo tipo de espectros mostrarán su rostro.

Los fantasmas están dentro de la mente
El oso polar es como el gato, porque siempre deja sobras. Las moscas comen las sobras del gato. Tanto las moscas como el zorro polar son analogías para los fantasmas. Por eso debemos ser especialmente cuidadosos de no tener fantasmas en nuestra mente. No debemos abrigar odio, resentimiento, irritación, enfado y disgusto. Su presencia es muy problemática, porque los cinco fantasmas pueden aparecer en la casa. Cuando ustedes, cultivadores y quienes-han-dejado-el-hogar, pierdan su temperamento, los fantasmas los rondarán. Si han dejado el hogar sólo de manera superficial y sigue habiendo fantasmas en su vientre, los fantasmas de afuera también vendrán. Entonces, ¡sean cuidadosos! Pues nadie parece darse cuenta de que los fantasmas están en su propia mente. 

Maestro Hsuan Hua   
     

martes, 5 de julio de 2011

"Los países siempre nos aportan tesoros increíbles"

"Creo que un viaje a Oriente es fundamental en la formación de un ser humano. Ineludible, porque uno vuelve transformado", sostiene el profesor Osvaldo Svanascini, que se presenta como orientalista, poeta, miembro de la Academia Nacional de Bellas Artes y artista plástico.
–¿Por qué Japón?

–El impacto no es tan fuerte, es un país sumamente ordenado. Uno puede poner en hora su reloj por la entrada y salida de los trenes, ¡siempre en horario! Todo es limpio, la gente educada y atenta, muy seria, siempre concentrada en lo que hace. Una anécdota: cuando viajamos con mi señora siempre nos alojamos en los ryokan, hoteles más económicos, aunque muy limpios y bien atendidos. Uno duerme en el suelo, sobre un tatami, especie de estera de fibra de bambú. En uno de los viajes, mi mujer perdió un recuerdo de infancia: una medalla que le dieron el día de su primera comunión y que usaba colgada del cuello. Al año siguiente nos alojamos en el mismo ryokan y lo primero que hizo la dueña fue entregarnos la medalla. "Olvidaron esto", fue todo lo que dijo con una sonrisa.

–¿Qué más recuerda de Japón?

–Hay cosas curiosas, al menos para gente como nosotros: melones, sandías y bananas son productos de lujo. Un melón puede valer 100 dólares, los presentan en estuches de madera como si fueran alhajas. Recuerdo una gran comida que un embajador ofreció en un hotel lujosísimo, donde a los postres, como broche final exquisito, presentó una mesa repleta de trozos de sandía. Y en uno de los viajes, al despedirnos, la dueña de un ryokan nos regaló algo maravilloso: ¡tres bananas!

–¿Algún personaje?

–Pude conocer al monje Daisetz Teitaro Suzuki, amigo de Thomas Merton, con el que publicó un libro muy profundo con sus diálogos en la ciudad de Nueva York. Suzuki hizo mucho para acercar la cultura japonesa a Occidente y en la colección Asoka publicamos su Introducción al budismo zen. 

–¿Cómo era Suzuki?

–Sumamente simpático y agradable. Un gran conversador, parecía amigo de todo el mundo, porque no le costaba ningún trabajo entablar un buen diálogo tanto con un doctor en Filosofía como con el botones del hotel. Me hacía acordar mucho a Borges, que también era un gran conversador.


"EL TIEMPO ES AHORA"


                                                                     



Todos los "derrames" que creamos, no sólo con nuestras manos, sino en el océano de las relaciones personales, están influenciados  por nuestra  propia mente. Distraído por las muchas cosas que tenemos que hacer en un tiempo breve, nuestra atención se aleja de cuidar de la actividad frente a ella, cada vez más preocupada en  terminar la tarea lo más rápido,  para poder  pasar a otro tema , en su lista de prioridades. Ceder a la distracción, es un recreo que  no nos permitimos  abstraidos por la actividad que estamos haciendo. Y de una manera sutil pero real, nos cuesta renunciar a preocuparnos  por nosotros mismos, sobre el enorme esfuerzo que estamos haciendo con nuestra vida cotidiana.

Tal vez como nunca antes, la principal preocupación en estos días ocupado y estresante es la falta de tiempo  para hacer todo lo que hay que hacer, para hacerlo "a tiempo", y hacerlo bien.  Pero el verdadero problema para nosotros no es sobre la escasez de tiempo que puede, después de todo, aprender a manejar uno  a través de una variedad de estrategias. En cambio, la verdadera fuente del sufrimiento es el sentimiento de que "tengo que llegar a otra cosa;. "Esta actividad me está ocupando  demasiado tiempo".  Cuando tenemos esta actitud, realmente no sabemos lo que estamos haciendo, nuestra mente está en otra  parte. Si no sabemos lo que estamos haciendo, ¿cómo podemos ser nosotros mismos? Si nuestra mente está en otra parte, significa que estamos tratando de ser alguien más, no lo que somos en el momento presente. Sin embargo, mediante la práctica de la conciencia, podemos entrenarnos para responder a las distracciones de una manera positiva e incrementar nuestra capacidad de prestar plena atención a la tarea o la relación que tenemos ante nosotros.

El espacio de silencio y vacío de zazen revela la adicción de la mente para imaginar el futuro y llevarnos al pasado. Nos ayuda a entender cómo viviendo en un momento que no sea el presente comienza a batir el ego: surgen las  ansiedades, los deseos esto provoca que la mente comienze a vagabundear y hacer las cosas bien cuesta,  la cosa se pone muy dificil. Pero cuando no hay idea de tiempo, no hay expectativas y los  deseos no se conviertan en un problema.

La meditación nos enseña a desconfiar de las ideas de tiempo que permite  interferir con nuestra actividad. A través de la experiencia, descubrimos cómo no perder el control, pero en lugar de comprometerse plenamente en el "hacer" de lo que sea que decidimos que tenemos que hacer. La práctica del zazen es como cualquier actividad solo requiere prática.

Al dejar de lado las ideas consideradas  productivas o eficientes que están en nuestro uso del tiempo, podemos tomar el tiempo para cuidar de nosotros mismos física, emocional y espiritualmente. La meditación es la mejor manera de "manejar" el tiempo, la mejor manera de evitar los derrames. Derramar algo y hacer un desastre puede ser una señal de que estamos demasiado preocupados por el tiempo y todas las cosas que tenemos que hacer. Desarrollar la habilidad para reconocer que estamos distraídos y para volver la mente a la conciencia del momento presente, nos permite apreciar nuestro ser en todas las actividades.

 












domingo, 3 de julio de 2011

Alegrándonos por el mérito

La manera más eficaz de acumular mérito es alegrarnos del bien realizado por los demás. Pensamos en todas las acciones positivas cometidas por los Budas, los bodisatvas, por monjes y monjas, hombres y mujeres, por todos, por todo lo que se ha hecho a favor de la Iluminación, y nos alegramos por ello. Nos asociamos con ello si mentalmente nos regocijamos por tales acciones genuinas de forma que participamos completamente de las mismas, obteniendo por este motivo tanto mérito como ellos. Ésta es la forma suprema de acumular mérito.

Alegrarnos de las virtudes de los demás, regocijarnos por su práctica y por sus acciones positivas es la mejor manera de acumular mérito. A menudo, nos invaden los celos porque alguien practica mejor que nosotros, porque dedica más tiempo, porque parece entender el Dharma más fácilmente que nosotros, etc. Este tipo de pensamientos provocados por los celos nos hacen sentir incómodos y son sumamente negativos. De la misma manera que alegrándonos por las acciones positivas de otros nos asocia con ellos y nos conduce a la Iluminación, el abrigar resentimiento, celos y enfado al percatamos de las acciones positivas de los demás, nos separa de la Iluminación. Este tipo de emociones son obstáculos potenciales para nuestro progreso hacia la Iluminación porque, un día, madurarán nuestra práctica se verá interferida.
El problema es que tenemos unos ojos que por naturaleza miran hacia el exterior y por esto vemos las faltas de los demás. Pero esos mismos ojos son incapaces de mirar hacia dentro y ver lo que está sucediendo en nuestro interior. Tenemos una tendencia natural a mirar hacia fuera y criticar, juzgar y evaluar lo que vemos en el exterior. Hay un proverbio tibetano que dice: “Es fácil de ver la mosca en la nariz de la otra persona, pero ignoramos el caballo en la nuestra”.
Por eso, cuando empezamos a practicar realmente el Dharma, hemos de experimentar un importante cambio de perspectiva que implique cuestionarnos a nosotros mismos. Sin esta condición, es imposible cambiar: todo parece ir bien —no nos miramos a nosotros mismos—, estamos bien, no hay ningún problema y de esta manera no hay nada que cambiar. Entonces, un día, surge una duda: “Puede que haya algo que hacer”. Escuchamos el consejo del Dharma y empezamos a observarnos más detenidamente y en este proceso, descubrimos muchas cosas desagradables. Ésta es, necesariamente, una experiencia perturbadora. Surge un tiempo en nuestra práctica en el que no nos sentimos bien: cuando comprendemos lo que realmente somos. Éste es el momento en que nos miramos al espejo y descubrimos la suciedad de nuestra cara. Es parte del camino. El reconocimiento de lo que realmente parecemos; es un momento de honestidad y gran valor. Sólo a partir de ahí, podremos verdaderamente trabajar sobre nosotros mismos.

Guendun Rinpoche